Qué poco faltó... Real Madrid - Osasuna: 3-2

Pocas veces estuvo Osasuna tan cerca de darme una alegría tan grande (así, que se me ocurran a bote pronto, sólo el día de la final de Copa o la eliminatoria de Champions): estuvo cerca, muy cerca de puntuar (al menos) en el Bernabéu y, de paso, ponerle la liga en bandeja al Barça. Hubiese sido una bonita forma de desquitarme de aquellos momentos fatídicos cuando el Madrid ganó la liga aquí en Pamplona. De todas formas, aún hay gente que se acuerda que el año pasado el Madrid se "dejó" en la última jornada de liga y argumentaban (y algunos, incomprensiblemente tras lo visto, lo siguen haciendo) que Osasuna se iba a dejar ganar en el Bernabéu. Obviamente, no fue así...

Yo, con resaca y con cansancio acumulado, me puse a ver el partido casi resignado, como dándolo por perdido de antemano. Además, Camacho reservaba a Pandiani, por lo que todavía veía más difícil sacar un resultado positivo. Aún así, muy pronto, el partido se puso de cara al aprovechar Aranda un fallo garrafal de Albiol para hacer el 0-1 en el minuto 5. Muy pronto, me dije, demasiado. Pero el Madrid no sé si se confío en exceso o comenzaba a dar por perdida ya la liga, pero no jugó con ningún tipo de intensidad y conforme pasaban los minutos daba mayor sensación de que Osasuna sí podía sacar algo positivo. Aún así, y como suele ocurrir con estos equipos, lograban llegar con bastante peligro (paradón de ricardo a un cabezazo de Kaká), pero no daban ningún tipo de seguridad atrás y parecía que cada vez que llegaba Osasuna también había peligro.

Tampoco Osasuna daba mucha seguridad atrás que digamos y en el minuto 23 Ronaldo aprovechó la pasividad de la defensa rojilla para hacer el empate a 1 tras una buena jugada personal. Sólo Ronaldo parecía ir a por el partido por el lado blanco. El Madrid, tras el gol, volvió a confiarse y Osasuna seguía llegando con peligro (cabezazo de Aranda que debió acabar en gol, pero que le salió demasiado blando y centrado). Así, en un saque de banda, Vadocz hizo el segundo tras una buena asistencia de Aranda. Otra vez se había puesto por delante Osasuna, y esta vez justo antes del descanso...

Pero el partido se comenzó a perder un minuto después, cuando dejamos rematar de cabeza a Marcelo (sí, Marcelo de cabeza -primer gol suyo de este género-). No mantuvimos el resultado ni siquiera hasta el descanso...

El Madrid, tras el descanso, tuvo 5-10 minutos en los que buscó la victoria, pero se fue apagando con el paso de los minutos. Seguía dando la sensación de que Osasuna podía incluso llevarse el partido con el paso de los minutos (doble ocasión de Aranda a la salida de un córner). Y así llegamos al fatídico minuto 67 en el que un buen pase de Camuñas dejó a Vadocz y a Masoud solos delante de Casillas. El húngaro se la puso bien al iraní, pero éste, con Casillas ya batido, se acabó resbalando y la acabo tirando fuera. Jamás tendremos una ocasión así en el Bernabéu...

Lo cierto es que no sabemos qué hubiese pasado si llegamos a hacer ese gol (es probable que el Madrid hubiese ganado el encuentro de igual forma), pero está claro que no podemos fallar esa ocasión. El Bernabéu enmudeció viendo cómo se les escapaba la liga. El Madrid parecía no jugarse nada por lo visto en los últimos minutos, pero un nuevo chispazo de Higüaín (y un nuevo fallo defensivo nuestro) permitió a Ronaldo marcar el gol de la victoria a puerta vacía en el minuto 88. Aún hubo tiempo después para que Cristiano mandara un tiro al palo y aún dio la sensación de que Osasuna podía llegar con peligro, pero el resultado no se movió.

Y ahí me quedé yo, con una sensación extraña: por un lado, contento porque Osasuna jugó bien ante todo un Real Madrid, resignado por otro lado porque ya iba con la mentalidad perdedora y, finalmente, cabreado porque lo habíamos tenido tan cerca...

Total, que ahora estamos a 4 puntos de la zona de descenso (que es lo que importa para Osasuna, realmente) y necesitamos ganar sí o sí al Dépor el miércoles para sellar nuestra permanencia. Por arriba, todo sigue igual con una jornada menos en juego...

¡AUPA OSASUNA!