martes, 28 de septiembre de 2010

Goleada necesaria para no perder la fe. Barcelona - Panathinaikos: 5-1

Como ya he mencionado en mis anteriores posts no pude ver la vuelta de la supercopa de España ni las dos primeras jornadas de liga porque me pilló de vacaciones. De este modo, ya eran 3 partidos consecutivos del Barça que no había podido ver. De hecho, y teniendo en cuenta que la ida de la supercopa de España fue un partido bastante especial por la ausencia de gran parte de los mejores jugadores del Barça, se puede decir que aún no había visto un verdadero partido del Barça en toda la temporada. Además, el equipo venía de recibir un serio varapalo con la derrota en casa ante el Hércules y debutaba en la Champions 2010-20111 con un ojo también puesto en el partido de liga del fin de semana en el Calderón. Por todos estos motivos era muy importante para mí ver ganar y jugar bien al Barça para mantener intacta mi fe en este equipo.

Vi el partido en mi bajera en compañía de un par de colegas y lo cierto es que el Barça me gustó muchísimo. Es cierto que el rival no estuvo a la altura y no fue rival, pero la sensación que dio el equipo fue la misma que ha maravillado a propios y extraños durante estos dos últimos años: dio la sensación de arrollar a su rival y de hacerlo, además, con buen fútbol.

El equipo salió en plan arrollador y ya en los primeros minutos gozó de muchísimas oportunidades de gol que no supo aprovechar. El comienzo de partido me recordó a la primera parte del partido del año pasado ante el Arsenal en el Emirates. Como en ese partido, el Barça no lograba adelantarse en el marcador, pero las sensaciones eran prácticamente inmejorables. Pero, de repente, un saque del portero griego, un excelente toque de tacón de Cissé y un nuevo fallo de Abidal (está lejos del nivel de sus compañeros y del nivel que exhibió el año pasado) provocaron el gol de Govou que adelantaba al conjunto griego en el marcador. Fue el primer acercamiento del conjunto heleno. Todavía estaba demasiado fresco en nuestras retinas el partido ante el Hércules, por lo que a muchos culés se nos pasaron por la mente los fantasmas de ese partido. Pero la zozobra duró muy poco ya que un minuto después Xavi metió un milimétrico pase para que Messi empatara y apagara cualquier atisbo de incendio. Era el minuto 21 y el partido volvía a comenzar. 10 minutos más tarde funcionó la estrategia en un córner: Busquets peina en el primer palo y Villa remacha a la red en el segundo para poner las cosas en su sitio. Antes del descanso aún hubo tiempo para un nuevo gol de Messi tras jugada de PlayStation del equipo con 3 paredes por el centro. Con ese 3-1 se llegó al descanso.

En la segunda parte nada cambió. Si acaso el Barça bajó algo el ritmo, pero en ningún momento el Panathinaikos metió el miedo en el cuerpo a los culés. En esta segunda parte hubo dos goles más, los dos nacidos de las botas de Messi: en el cuarto Messi manda el balón al palo (de hecho, da en los dos palos) para que Pedro finalmente sólo tenga que empujarla y en el quinto Alves aprovecha una genial asistencia del argentino para de cabeza cerrar el encuentro.

De este modo, el Barça comenzaba con el mejor pie posible su andadura en Champions y cerraba cualquier atisbo de crisis que se pudiera generar. Al mismo tiempo, salía reforzado y se llenaba de moral para afrontar el dificilísimo partido del fin de semana en el Calderón. Jugando así, el Barça nos divierte y encima es muy difícil que ningún equipo lo supere.

¡AUPA OSASUNA! y ¡VISCA EL BARÇA!

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