jueves, 23 de diciembre de 2010

Una de cal y otra de arena (como tantas otras veces). Atlético - Osasuna: 3-0 Barcelona - Villarreal: 3-1

El destino ha querido que el que quedará registrado como el post número 100 relativo a Osasuna sea un post triste (en ese sentido). Por un lado, y para más inri, ni siquiera es un post exclusivo ya que comparte protagonismo (o lo pierde, incluso) por el partido del Barça y además narrará una dolorosa derrota por 3 goles a 0 en el Calderón.

Aunque ya hace bastante tiempo que se jugó esta jornada, recuerdo perfectamente la misma. Primero jugaba Osasuna a las 20.00 por GolTV y luego echaban al Barça en la Sexta a las 22.00. Lo recuerdo porque quedé con mis colegas para ver las cuatro horas de fútbol en mi casa.

Osasuna tenía un difícil compromiso ante el Atlético en Madrid. Se juntaba por un lado el hecho de que Osasuna, a pesar de estar sacando cómodamente los partidos en casa, era incapaz de imponerse lejos del Sadar y por el otro el que el Atlético de Madrid llegara en plena crisis galopante de resultados y con un Forlán que no lograba hacer goles (ya sabemos lo dados que somos a resucitar equipos que llegan en la UVI). Ambos hechos hacían presagiar que el Atlético ganaría y Forlán haría gol. Cómo no, así fue. Una vez más, resucitamos al enfermo.

El resultado final fue 3-0, pero yo creo que no refleja fielmente lo que ocurrió en el campo. Es cierto que el Atlético, por ocasiones, pudo hacer incluso más goles, pero a mi modo de ver Osasuna jugó un partido digno y resultados del tipo 3-0 suelen indicar que un equipo ha pasado por encima de otro. En esta ocasión, creo sinceramente que no fue así.

Osasuna salió sin complejos al césped del Calderón (como recordando el 2-4 de la temporada pasada), creyendo realmente que era posible sacar un resultado positivo. De hecho, el primer acercamiento con peligro al área rival fue rojillo en las botas de Juanfran (que sigue haciendo gala de un gran nivel de forma). El partido estaba abierto y ambos equipos generaban peligro. En esas circunstancias, la pegada de los delanteros del Atlético es más grande y en parte por eso se puede explicar el resultado final. Tras un par de ocasiones falladas por Agüero y Forlán, llegó el minuto clave del encuentro: paradón de De Gea a un cabezazo de Masoud y un minuto después, fallo de Ricardo a un tiro de Agüero y Forlán lo aprovecha para hacer el 1-0. En defensa del portero de Osasuna hay que decir que acababa de salvar a Osasuna con un paradón a tiro de Reyes. Ese gol abría aún más el encuentro y ambos equipos gozaron de ocasiones claras de gol, aunque siempre más para el Atlético (por un tema más de pegada que de otra cosa, insisto). La más clara de Osasuna vino tras un jugadón de Aranda que De Gea atajo cuando Soriano y Juanfran se disponían a rematar a placer. Sin embargo, otra vez la conexión Forlán - Agüero nos hizo mucho daño: un centro del primero lo aprovechó el argentino para hacer el gol de la tranquilidad colchonera antes del descanso. Con el 2-0 se llegó al descanso. Osasuna no había jugado mal, pero se marchaba con la sensación de que se quedaría una semana más sin lograr un resultado positivo fuera.

Tras el descanso, la historia fue muy parecida, aunque el Atlético decidió salir definitivamente a la contra y en esas contras nos hacían más peligro que el que éramos capaces de generar nosotros con el control del balón. Eso sí, el partido pudo haberse puesto un poco más emocionante de no haber sido por el paradón de De Gea a un tiro de Masoud a los 10 minutos de la segunda parte. Después el árbitro expulsó a Monreal por doble amarilla y el partido terminó de morir. Aún así, Osasuna siguió gustándome incluso con 10. El tercero lo volvió a hacer Forlán (menos mal, que llegaba negado de cara al gol) y aún Mario Suárez pudo hacer el cuarto en un remate al larguero. Hay que ver la de goles que nos ha hecho el delantero uruguayo a lo largo de su carrera (tanto con el Atlético como con el Villarreal). Le pondremos o algo. Al final 3-0 y, sin embargo, la sensación de que esa debe ser la línea a seguir en los partidos lejos de casa.

Justo depués jugaba el Barça en el Camp Nou ante el tercer mejor equipo de la liga y pretendiente a usurpar el puesto de candidato al título a Barça y Madrid. El Villarreal fue fiel a su estilo y plantó cara y jugó de tú a tú al Barça en el coliseo blaugrana. El partido fue muy atractivo y fue una verdadero oda al fútbol de asociación. No obstante, se enfrentaban dos de los más claros exponentes de ese estilo (sin duda, los dos ejemplos más claros en España y dos de los más claros en Europa y el mundo). Por un lado, Villa y Messi ponían en muchos aprietos a la defensa del Villarreal y por el otro, Nilmar y Rossi hacían lo propio ante los centrales del Barça, Puyol y Abidal. Por cierto, al César lo que es del César, el francés jugó un verdadero partidazo, muy rápido y atento al quite. Iniesta, Rossi, Messi o Nilmar pudieron hacer el primero del partido (excepcional parada de Diego López a un cabezazo a bocajarro de Messi, por cierto), pero finalmente fue Villa el que abrió el marcador tras un excepcional pase de Iniesta al hueco. Pocos minutos después el árbitro tuvo un error que bien pudo haber cambiado el devenir del encuentro: gol mal anulado al Barça por un supuesto fuera de juego que no era (ni de lejos) y que sólo vio el linier de turno. En la siguiente jugada Nilmar hizo el empate tras una excelente jugada personal. Del 2-0 que podía haber matado el partido pasamos al 1-1 en menos de un minuto. El Barça, por cierto, acusó el golpe del empate y en los minutos finales de la primera parte el dominio del partido fue del conjunto villarrealense. Aún así, Pedro tuvo una ocasión muy clara de haber puesto de nuevo por delante al Barça en los minutos finales. No está fino el canario en este comienzo de temporada. Con ese inquietante 1-1 y con la (más inquietante aún )sensación de que el Villarreal estaba muy muy vivo y era capaz de darnos un disgusto se llegó al descanso.

Tras el descanso, el Barça jugaba ante un muy buen Villarreal pero se enfrentaba sobre todo a sus propios temores y fantasmas (no obstante, en caso de pinchar se perdía la estela con el Madrid). Es en esos momentos cuando los verdaderos cracks salen a la luz. Pues Messi volvió a demostrar por qué es el mejor jugador de la actualidad y uno de los mejores que hayan visto mis ojos. Se inventó una doble pared en una baldosa con Pedro y tras un explosivo sprint definió con un toque sutil con la derecha (sí, la derecha, su pierna mala) para superar la salida de Diego López. Golazo. No sé si por la maravillosa obra de arte que acabábamos de ver o por qué, pero el partido se anestesió y ninguno de los dos equipos lograba llegar con peligro al área rival. El partido seguía abierto por la incertidumbre del resultado, pero ocasiones lo que se dice ocasiones no había ni en un lado ni en el otro. Así estuvimos hasta que Messi (en fuera de juego, por cierto) hizo el tercero aprovechando un rechace de Diego López a un disparo de Pedro, para tranquilidad de la parroquia culé en los minutos finales. ¿Buscó compensar el árbitro?. No sé si trató de compensar, pero a mi modo de ver, no lo hizo porque era imposible (el fallo de la primera mitad era muy grave, de los que verdaderamente pueden valer un partido). Los árbitros (y más el de este encuentro, que es muy malo) se equivocan, algunas veces a favor (cuando se trata de Barça y Madrid, muchas veces) y otras en contra. De ahí al final, Messi perdonó su particular hat-trick en un mano a mano ante Diego López. Al final, 3-1 y (otra vez) Messi desequilibrando un encuentro duro del Barça.

Buena imagen la que dejaron mis dos equipos, sólo empañada por la derrota (abultada, además) de Osasuna en el Calderón. Desde luego, ojalá jueguen así todos los fines de semana. De momento, la próxima jornada toca final en el Sadar (ante el Sporting) y partido, a priori, asequible del Barça en Almería. Desde aquí y como hago siempre les deseo toda la suerte del mundo a ambos.

¡AUPA OSASUNA! y ¡VISCA EL BARÇA!

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